Poema

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Anónimo ha dicho que…
Despierto y ahí está ella, dormida, serena, en silencio, susurrando su respiración tranquila como el poema que fluye entre tus labios… Permanece quieta; y con miedo a despertarla me acomodo junto a ella para observarla. En sus labios, tiernos y carnosos se dibuja una sonrisa prácticamente inapreciable, y en su rostro fino y blanquecino se adivina ese oasis rosado en sus mejillas.
Sus cabellos color azabache fluyen en cascada suavemente por la almohada, como si huyesen del reflejo de penumbra que oculta su rostro bajo los pliegues de la cama…
Siento su calor cerquita mío. Siento el cariño y el amor que corre por mis venas como un torrente, mientras mi cuerpo se estremece de impotencia al no querer despertarla. Pueden pasar segundos, minutos, horas… El tiempo hace mucho que pasó a ser el mero latido del reloj de pared que cuelga junto a la ventana. Un latido que rompe el silencio reinante con la inocencia de un pequeño.
Entonces, sus ojos se abren poquito a poco.
Afina la mirada y reconoce mi rostro; son ríe con alegría y si apenas moverse me dice:
- Buenos días.
Acaricio su rostro con las yemas de los dedos, casi sin tocarla, rozando sus mejillas, pasando por sus labios… Entonces ella abre los brazos y me invita a fundirme en un abrazo. Siento el calor de su pecho, el aliento que emana y le susurro, muy bajito, al oído…
- Te quiero…
Ambos nos quedamos sumergidos en la quietud, como si estuviésemos escondidos, acurrucados el uno junto al otro, desapareciendo de la realidad…
No hay sonidos…
No hay movimiento…
No hay palabras…
Solamente hay una caricia leve dedicada, un beso que se escapa y dos almas furtivas…

"el hechicero"

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