Ese tren llamado "vida"

 Dicen que la vida es como un tren que va parando a lo largo de muchas estaciones, y en la cuáles siempre hay gente subiendo y bajando constantemente, para acompañarte durante casi todo el recorrido, o en un breve trayecto.
Nuestro viaje siempre comienza con nuestros padres y hermanos de la mano, y nuestros familiares más cercanos, tíos, primos, en la que se nos presupone la etapa más feliz de nuestra vida, comer, dormir, jugar...
Luego vamos agregando a nuestros primeros amigos, esos compañeros de colegio que nos acompañaran durante toda nuestra infancia, y con algo de suerte, aunque alguno se quede en el camino, hasta nuestros 16 años aproximadamente, donde ya cada uno comienza a elegir, el principio del resto de nuestras vidas.
Entramos en esa edad, donde nuestros mejores amigos son los únicos que tienen la razón, y el criterio más valioso, y nuestros padres quedan relegados a un segundo plano, porque por supuesto, ¡qué van a saber ellos de la vida!
Etapa de decisiones complicadas, como "qué carrera universitaria quiero escoger, qué ciclo formativo me conviene más, dónde me gustaría estudiar, elegir ciudad, piso, compañeros para esa convivencia..."
Y en la Universidad, eso ya es otro mundo, es quizás una de las estaciones de nuestro viaje donde más gente diversa sube y baja, diferentes carreras, diferentes provincias, formas de pensar, de divertirse, de sentir, en definitiva, de ver y afrontar la vida de estudiante, que por otra parte, dicho sea de paso, es sin duda una de las más placenteras y divertidas, llena de experiencias, de dulces momentos y de decepciones que parecen que nunca van a cicatrizar. Vamos creciendo, y afrontando nuevos retos, búsqueda de nuestro primer trabajo, tal vez de una pareja más o menos estable, y nuevamente, nuevos pasajeros, compañeros de trabajo, y esos que aún quedan de estaciones pasadas, nuestros amigos, unos que aún proceden de la infancia, otros de etapas posteriores, y casi por regla general, nuestra familia.
Llega un día que casi sin darnos cuenta, se suben a ese tren, tu familia política, esa que procede de tu marido, y que si todo va bien, te acompañarán durante mucho tiempo, ya tienes tu propia familia, esa que has decidido fundar tú.
En esa etapa, bien por trabajo, por hobbies, o por casualidades de la vida, van agregándose otra serie de personas, que no sabes cuanto tiempo se van a quedar, pero que sin duda, son personas que te acompañan, que te saben arrancar una sonrisa y que se transforman en excelentes compañeros de viaje, tanto, que cuando miras hacia atrás, no imaginas que antes no hubiesen estado. Personas que han subido en una estación, y que deseas que te acompañen durante el resto del trayecto, esas que ya en el punto de tu vida que las has conocido, sabes que son amistades sinceras, honestas, sin intereses ocultos, simplemente, están. Y que puedes contar con ellos, y eso es lo más hermoso, a esas personas, no te une la familiaridad, ni el hecho de haber estado desde pequeños en tu vida, sólo te une, la maravillosa casualidad de que en un momento dado decidieran "subir a tu tren"
A todos y cada uno de los pasajeros de mi valioso y preciado tren, sólo quiero darles las gracias, por ser, por estar...





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