El rincón de Isabel

  Dicen que la vida es como un tren que va parando a lo largo de muchas estaciones, y en la cuáles siempre hay gente subiendo y bajando constantemente, para acompañarte durante casi todo el recorrido, o en un breve trayecto. Nuestro viaje siempre comienza con nuestros padres y hermanos de la mano, y nuestros familiares más cercanos, tíos, primos, en la que se nos presupone la etapa más feliz de nuestra vida, comer, dormir, jugar... Luego vamos agregando a nuestros primeros amigos, esos compañeros de colegio que nos acompañaran durante toda nuestra infancia, y con algo de suerte, aunque alguno se quede en el camino, hasta nuestros 16 años aproximadamente, donde ya cada uno comienza a elegir, el principio del resto de nuestras vidas. Entramos en esa edad, donde nuestros mejores amigos son los únicos que tienen la razón, y el criterio más valioso, y nuestros padres quedan relegados a un segundo plano, porque por supuesto, ¡qué van a saber ellos de la vida! Etapa de decisiones complicadas,

Parece que el mundo ha olvidado todas esas cifras que diariamente nos iban dando en las noticias, y en un sinfín de programas informativos sobre el tema de la pandemia, y la gran cantidad de personas que se han quedado en el camino por esta causa. Y en cuanto nos han dado la más mínima licencia, nos hemos tirado a la calle como sino hubiese un mañana, sin tener presente todo lo que ello nos pueda acarrear. Adolescentes, cuyos padres han permitido que se vayan de viaje de fin de curso, sin pensar en contagios, sin pensar en el resto de los familiares con los que conviven, sin pensar en las consecuencias que ese acto pudiese tener. Parece que hemos perdido el miedo y el respeto por la pandemia que estamos viviendo, y lo peor es que ello nos está llevando nuevamente a una situación, cuando menos bastante peligrosa. Nos enfrentamos a un verano cuyas cifras cada vez son más altas en cuanto a contagio se refiere, con unos sanitarios que en muchos casos las plantillas se están viendo reducida

 Dentro de la triste, lamentable y dolorosa pandemia que estamos viviendo, teniendo en cuenta la cantidad de personas que han perdido a sus seres queridos, muchos de ellos, sin ni tan siquiera poder dar un beso a distancia, antes de perderlos, existen otros problemas que sin duda siguen sin resolverse, como por ejemplo, la enorme deficiencia de nuestra Sanidad Pública, que no se abastece debidamente,  y a la que no se dota de los recursos necesarios para que el personal médico pueda trabajar con seguridad y tranquilidad con sus correspondientes descansos, tenemos otra situación que en estos momentos está en boca de todos, y que parece ser el tema de más candente actualidad, " la vuelta al cole" Obviamente, todos los docentes de nuestro país, están deseando poder desempeñar su labor de la forma más eficiente, y segura, el problema una vez más es que los medios escasean, nunca ha importado en exceso la formación de nuestros alumnos, pero ahora, el hecho de que todos los niños v

Este año vuelvo a mirar al cielo y a echar de menos a todas esas personas que fueron importantes en mi vida, y una vez más no estarán sentadas a mi lado en una mesa para celebrar estas Fiestas. Sé que de alguna manera siguen estando ahí, siempre he escuchado decir, esa frase de "mientras que tú los mantengas vivos en tu corazón, seguirán ahí". Sin duda alguna, si de verdad de eso depende, jamás se marcharán. Pero es inevitable en mitad de las luces, los colores, los villancicos, las sonrisas de los pequeños vestidos de pastores, las comidas con los amig@s, la decoración de las calles, sentir una envidia sana de esas personas que aún conservan sus familias casi intactas, padres, hermanos, en ocasiones aún abuelos, y que tú ya casi no tienes nada de eso. Sentir que el tiempo podía haber sido algo más generoso conmigo, y haberlos dejado aquí a mi lado un "poquito más" Aún así doy gracias por las personas que aún conservo, por todos aquellos amig@s que tratan a s

En ocasiones no somos conscientes de cuán rápido pasa el tiempo, y cuándo un día nos da por pararnos a pensar, nos damos cuenta que ya no somos aquellos niños que jugueteaban en la calle saltando a la comba con los amigos, o correteando para escondernos, aquellos pequeños que bailaban los trompos en la calle, o saltaban al elástico... El tiempo no se detiene, y los momentos ahora pasan por nuestra mente de una forma fugaz, por cuántas situaciones habremos pasado casi de puntillas pensando que ya tendríamos ocasión de repetir ese instante, y ahora, mirando hacia atrás nos damos cuenta que esos tiempos se perdieron y ya nunca volverán. Los amigos van cambiando, la gente de nuestro entorno va desapareciendo por diversos motivos, los familiares van envejeciendo... y cuándo queremos darnos cuenta, nos quedamos en un pequeño círculo muy reducido con quiénes compartir esos "instantes" antes de que de nuevo vuelvan a desparecer en la nube del olvido. La vida no debe ser una con