Rompiendo moldes.

Hoy, navegando casualmente por la red, me he topado con un artículo que hacía una clara distinción entre belleza e inteligencia.
Era más bien una crítica entre lo que la sociedad entiende por belleza; persona guapa y atractiva físicamente.
Y lo que entiende por inteligencia: persona culturalmente perfecta, pero que en el mejor de los casos resulta simple y llanamente "interesante" a nuestra vista.
Es cierto que, en ocasiones, se unifican los conceptos, pero en este artículo, hacían una muy clara distinción entre ellos.
Evidentemente, de persona "interesante", tildaban a esa persona, encantadora, y comprensiva, además de "buena gente", que es al máximo calificativo al que pueden aspirar. Persona con la que se puede compartir una cena, una confidencia, una broma, pero que jamás la verías en el papel de tu pareja, pese a ser la persona de la que mejor piensas.
Respecto al guap@ de turno, es@ da igual si merece la pena o no, pero física y estéticamente, casi roza la perfección, con lo cuál, si abre la boca y el mundo se derrumba en torno a sus pies, es perdonable.
Es francamente lamentable, valoremos a las personas como lo que son, seres humanos, con defectos, con virtudes, con aciertos y equivocaciones, pero jamás por belleza o por inteligencia, porque nadie, abarca todo en si, y si alguien lo hace, mi ENHORABUENA, porque teniendo en cuenta la sociedad en la que vivimos, tiene un auténtico tesoro.
Pero la vida, queridos amig@s no debería regirse por estereotipos porque la mayoría de nosotros por unas causas o por otras, romperíamos esos moldes impuestos y marcados por esta sociedad, que cada día tratan de imponerse con más fuerza.

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