Dicen que cuando el dolor se calma, los más dulces recuerdos se quedan para siempre en el alma. Yo, hoy, necesito pensar que es realmente así. Porque un enorme dolor se ha apoderado de mi y me ha desgarrado por dentro. Apenas acabo de decirte adiós, y un enorme vacío se ha instalado dentro de mi, hasta hoy no me había dado cuenta cuán profundo es el vacío de la ausencia, y se que aún lo viviré de forma más intensa en los días sucesivos cuando tanto eche de menos las miles de cosas que durante tantos años hemos compartido juntos. Añoraré esa sensación que sentía cuando me cogías de la mano y la mía se perdía entre la tuya que siempre me parecía grande pero que me hacía sentir tan segura, esas lágrimas derramadas tras la puerta cuando era niña, como una inocente forma de chantajearte para que no te fueras sin mí y poder acompañarte a cualquier sitio que fueras, esas conversaciones matutinas de fútbol delante de un café, las numerosas bromas que nos hemos gastado y con las que al recordar...
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Cuando un beso tuyo rompe, como las olas restallando contra los acantilados, el aroma a salitre y a mar inunda las estancias de mi casa, estremeciendo mis sentidos llenos de música.
Es un beso. Un simple beso. Es una caricia que eriza mis cabellos de la misma manera que tu voz al pronunciar mi nombre. Es un terremoto que agita brusca y súbitamente mi alma.
Es un beso, un sencillo y escueto beso… Y la humedad de tus labios refresca como a un viajero un manantial en el desierto. UN sofoco, una arritmia, un desvanecimiento… Y me siento en la nube de tu lengua divisando el horizonte, esperando al amanecer, deseando ver al sol en su cénit.
Es un beso, es un simple beso que me empuja a tu regazo, que me abraza y no me abarca, que me invita, que me anima. Y siento cómo mi cuerpo yace entre las olas, ahí en las playas de Utopía, como un viajero náufrago, perdido y abandonado a merced de la marea.
Y es un beso, un simple beso que incita a mi mente: El sonido de un piano, el humo del tabaco; son mis manos manchadas de tanto escribir que desean abrazar y acariciarte como un padre a su neonato.
Es un beso, un simple beso; tan menospreciado por tantos amantes como anhelado por mi boca. Un beso exprimido que se prolonga en el tiempo estirándolo y deformándolo, que me lanza al vacío despidiéndome hacia lo alto para después aterrizar en un prado de jara primaveral, con el vals que nos brindan las golondrinas.
Y abro los ojos despertándome de mi sueño, mirándote a la cara, observando tus ojos azules, y cayendo en la certeza de que solamente ha sido un beso, un simple y sencillo beso.
"El hechicero"