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Hasta pronto Papá
Dicen que cuando el dolor se calma, los más dulces recuerdos se quedan para siempre en el alma. Yo, hoy, necesito pensar que es realmente así. Porque un enorme dolor se ha apoderado de mi y me ha desgarrado por dentro. Apenas acabo de decirte adiós, y un enorme vacío se ha instalado dentro de mi, hasta hoy no me había dado cuenta cuán profundo es el vacío de la ausencia, y se que aún lo viviré de forma más intensa en los días sucesivos cuando tanto eche de menos las miles de cosas que durante tantos años hemos compartido juntos. Añoraré esa sensación que sentía cuando me cogías de la mano y la mía se perdía entre la tuya que siempre me parecía grande pero que me hacía sentir tan segura, esas lágrimas derramadas tras la puerta cuando era niña, como una inocente forma de chantajearte para que no te fueras sin mí y poder acompañarte a cualquier sitio que fueras, esas conversaciones matutinas de fútbol delante de un café, las numerosas bromas que nos hemos gastado y con las que al recordar...
Comentarios
Sus cabellos color azabache fluyen en cascada suavemente por la almohada, como si huyesen del reflejo de penumbra que oculta su rostro bajo los pliegues de la cama…
Siento su calor cerquita mío. Siento el cariño y el amor que corre por mis venas como un torrente, mientras mi cuerpo se estremece de impotencia al no querer despertarla. Pueden pasar segundos, minutos, horas… El tiempo hace mucho que pasó a ser el mero latido del reloj de pared que cuelga junto a la ventana. Un latido que rompe el silencio reinante con la inocencia de un pequeño.
Entonces, sus ojos se abren poquito a poco.
Afina la mirada y reconoce mi rostro; son ríe con alegría y si apenas moverse me dice:
- Buenos días.
Acaricio su rostro con las yemas de los dedos, casi sin tocarla, rozando sus mejillas, pasando por sus labios… Entonces ella abre los brazos y me invita a fundirme en un abrazo. Siento el calor de su pecho, el aliento que emana y le susurro, muy bajito, al oído…
- Te quiero…
Ambos nos quedamos sumergidos en la quietud, como si estuviésemos escondidos, acurrucados el uno junto al otro, desapareciendo de la realidad…
No hay sonidos…
No hay movimiento…
No hay palabras…
Solamente hay una caricia leve dedicada, un beso que se escapa y dos almas furtivas…
"el hechicero"